martes, 5 de agosto de 2008

Bueno con sus amigos

Hace mucho que no juego a rol. Demasiado. En contra de lo que la gente suele opinar, aleccionada por el periodismo amarillista, jugar a rol es una experiencia sanísima. De verdad, lo dicen los médicos. Aunque ellos lo llaman risoterapia. La verdad es que no recuerdo una sola partida en la que no nos hayamos reído en algún momento hasta caer de las sillas. A veces era un no parar, de principio a fin de la partida.

Cuando empecé con esto fue gracias a Raul, un amiguete que conocí en el instituto. No, Raúl Atreides no, otro. El Atreides se unió poco después.

Uno de los tipos que se apuntaba a las partidas, y cuya casa solíamos usar para reunirnos, era David Sandwich. No se llamaba así en realidad, claro. Le pusimos ese apodo porque tenía la costumbre de hacerse un sandwich a media reunión y zampárselo mientras nosotros le mirábamos comer. No porque nos resultara fascinante, sino porque no nos invitó jamás a nada. No teníamos otra cosa que hacer, salvo que hubiera partida.

El caso es que él fue de los últimos en unirse a la pandilla. Al principio se mostraba algo reacio porque consideraba que eso era cosa de niños y no servía para ligar con chicas (¿?) pero luego, viendo que nos reuníamos bastante gente, se animó a probar. Y se quedó.

Dudo que alguno de los que me leen no sepan qué es un juego de rol, pero al visitante ocasional le explicaré que es una mezcla entre un juego de mesa y el teatro improvisado. Tienes que interpretar un personaje y, para ello, primero tienes que crear uno. Se podría decir que el personaje tiene dos dimensiones: las que pertenecen al juego y sus reglas, definidas por una serie de datos apuntados en una hoja de papel conocida como "ficha de personaje", y las que lo definen como individuo, es decir, su personalidad, historia, aficiones, amistades, etc, que aunque a veces se apunten en la ficha suelen permanecer en la imaginación del jugador. Si es que le interesa, claro. La mayoría de los jugadores se conforman con las estadísticas de la hoja y se limitan a matar todo lo que se mueva durante la partida.

David Sandwich pertenecía sin duda a ésta última categoría. Cuando jugó por primera vez, al D&D básico, se hizo un guerrero humano cuya única descripción, escrita en la hoja, decía que era "guapo, alto, moreno y cachas".

Mas tarde jugamos al Señor de los Anillos (el basado en Rolemaster) y decidió llevar a un montaraz del norte que, entre otras cosas, era "guapo, alto, moreno y cachas".

A veces descansábamos de tanta acción jugando a La llamada de Cthulhu. Interpretábamos a osados investigadores de los años 20, profesores de universidad, estudiantes, periodistas, médicos... y destacando entre tanta lumbrera se hallaba un atleta universitario que era "guapo, alto, moreno y cachas".

Empezamos a ver una pauta en todo eso.

Uno de mis juegos favoritos siempre fue el de Star Wars. Sencillo, rápido, y podías llevar alienígenas. Yo siempre me hacía alienígenas, claro está, igual que en los demás juegos me hacía elfos, centauros o magos. En el de Cthulhu solo me hacía personajes humanos porque las criaturas de los Mitos no eran jugables, que si no...

El caso es que cuando fuimos a jugar una partida con David Sandwich éste se hizo un contrabandista que, por supuesto, era "guapo, alto, moreno y cachas". Raúl y yo nos miramos y decidimos que iba siendo hora de ponerle fin a aquello. Le sugerimos que le diese a su personaje una dimensión mas y le añadiese una personalidad, para variar. Después de pensárselo mucho, escribió en su hoja de personaje uno de los haikus más hermosos que he podido leer jamás.

"Soy bueno con mis amigos, y con la buena gente.
Soy malo con mis enemigos, y con la mala gente.
En resumidas cuentas: soy un buen amigo y un terrible enemigo".

Aquel Campeón Eterno que aparecía en todas nuestras partidas tenía ahora un alma.

Y la cosa habría terminado ahí de no ser porque, años más tarde, otro grupo distinto realizamos una nueva partida y uno de los jugadores, demasiado vago para hacerse un personaje nuevo, decidió tirar de uno ya hecho. Efectivamente, escogió a aquel contrabandista guapo, alto, moreno y cachas que era bueno con sus amigos y malo con sus enemigos. Después de leer la descripción del personaje gritó una sola frase.

- "¡Es Sly!".

Despues de lo cual, comenzamos la partida. Decidió interpretar a su personaje imitando la voz de Rambo. Bueno, la de su doblador. En fin, para ser mas precisos, imitaba la imitación que hacían muchos humoristas del actor que doblaba a Rambo. Aquel haiku se convirtió en el 90% de la conversación de aquel contrabandista que, cada vez que se encontraba ante un reto, o se liaba a tiro limpio o, tras quedarse un rato pensando, empezaba a recitar "soy bueno con mis amigos..." (recuerden, imitando a Rambo).

Al final de la partida el poema original se vio enriquecido con dos versos nuevos: "Dios mío, esto es un infierno" y "no siento las piernas".

Fue una de esas partidas en las que casi acabamos en coma de tanto reír. ¿Por qué lo dejaríamos?


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno!!!!!
Por que no aprovechamos el veranito y volvemos a jugar?
Acabas de despertar a la bestia!!!

Por cierto, yo siempre me hago bestias, tios burros o wookies. Pero me he quedado con ganas de jugar con un alienigena.

Rolllllll
Eclep

Anónimo dijo...

uy yo al rol no juego que crea psicópatas asociales en potencia....
....otra cosa, ese raul sandwiche era un poco agarrado. No sé cuántos érais a jugar pero eso de hacerse un piscolabis a media partida y no ofrecer nada a nadie...qué rata!! claro que sería una rata alta guapa cachas y morena....yo se lo hubiera tirado en cara----sí eso.

Ghanima Atreides dijo...

¡¡Hola!!

Hace siglos que no me pasaba por aquí (algo así como un par de meses, así que supongo que hace como dos siglos que no me pasaba por aquí).

Estoy de acuerdo, jugar a rol es sanísisimo, y si toca sesión de sajaraja desestresa que no veas (casi tanto como aporrear un saco de boxeo :D ), sobre todo con buena gente de compañeros de partida (me refiero que no sean los típicos arquitectos de ficha y manuales con patas, que es por lo que he dejado de jugar partidas con algunos buenos amigos...)

Si...
¿Porqué se deja de jugar a rol? Quién sabe...

Besos!!!

Chache dijo...

Eclep, no es mala idea no... ¡dirige Atreides! xD

Savage, no fue por falta de ganas, no. La cosa se arregló más adelante cuando nos dio por encargar pizzas y ya pudimos comer todos.

Ghani, pues por mi experiencia se deja de jugar porque la gente tiene curro, estudios y cosas así. Al final acaba sin tiempo ni ganas de hacer nada.

Sigh.

Anónimo dijo...

AAARGG....

Termino de escribir mi post de esta noche y me meto aqui porque me has dicho que has actualizado y que leo...
¡Que también has escrito sobre ROL!!!

SAL DE MI MENTE, MUTILADO MORAL!!

O viceversa.

En cualquier caso, que grandes tiempos con david sadwich...

Olvidaste mencionar que además de su platito con su sandwich de rigor siempre estaba en pijama con calcetines. Un tio echo y derecho que nos recibía asi en su casa se merece una calle con su nombre!

Y que luego acabara de testigo de jehová...

Lordtaku dijo...

Joer, yo también hace años que no juego a rol y eso no puede ser.

Aunque claro, mi grupo original es bastante difícil de reunir (curioso: mientras jugábamos a rol no hubo problemas durante años, fue comenzar a salir de marcheta en plan "normal" y entrar el factor chavalas, y cagarse el invento... No por que ellas no dejen jugar luego a rol, sino por que la territorialidad del rolero, templada en las forjas del "no me toques los dados", se convierte en la furia de un lemur rabioso cuando se trata de novias xD)