miércoles, 9 de enero de 2008

Ya te llamaremos


¡El primer post del 2008! ¡Yuju! Pero no se me emocionen, que no es para tanto. No tengo nada nuevo que contar, y de hecho esa es la razón de que haya tanta sequía posteril en este blog. Asi que he decidido enfocarlo como lo que se supone que es, un diario, y contar mis desventuras en el día de hoy.

Me levanté del modo habitual en mí, como un zombie acabado. Aunque en lugar de sesos desayuno nescuí, que está mas rico. Lo primero que hago es sentarme ante el ordenata, encenderlo... y llaman al teléfono.

- Hola ¿es el Chache? Llamamos de Trolis S.A. para concertar una entrevista.

- Si, soy yo. En realidad tengo un nombre y dos apellidos, pero ya nadie los usa, asi que utilizo mi nick hasta en el currículo.

- ¿A qué hora le viene bien? ¿A las 11:30 o a las 18:00?

- (Mmm a la seis, por la tarde, sin prisas, tranquilamente...) A las 11:30 está bien (¡aaargh! ¡No me hago caso ni yo!).

En fin, una ducha rapidita, después de todo este mes ya me tocaba, desayunar, y a ponerme guapo. Decido que ir a una entrevista de trabajo en chandal igual no está bien. Quizá sea eso lo que no funcionó con las anteriores, asi que busco mis mejores galas. Una camisa de manga corta. Ni hablar, hace frío. Una de manga larga, vamos con ella. No consigo cerrarla. ¡Ha encogido en todo este tiempo sin usarla! Pruebo con la segunda ¡tampoco entra! Debe de ser la humedad, digo yo. En fin, encuentro una tercera, que está hecha de una tela mas gorda y que da mas calorcito, y que debe tener nombre propio, la tela, pero como yo no entiendo de estas cosas ni idea. Me va bien, pero por poco. La abrocho y al llegar al final compruebo que me sobra un ojal. Después de un rápido vistazo observo que no le sobra un ojal, sino que le falta un botón. Por suerte es el último, confío en que con los pantalones puestos no se note. Debajo de la camisa, en la misma percha, encuentro una corbata. La única que tengo. No me la pongo porque no va con el conjunto, pero la miro con nostalgia, aún tiene el nudo hecho, que no solté para no tener que andar aprendiendo a atar una corbata. Si tenemos en cuenta que solo me la puse en la boda de mi hermano y que, fruto de ese matrimonio, ya tiene una hija en edad de trabajar... vaya, ese nudo de corbata lleva en este armario mucho tiempo.

Complemento la camisa con un chaleco molón que me regaló un amiguete hace tiempo. Parece que también ha encogido, pero no es problema, como mejor queda es abierto. Me pruebo una americana, ya sabeis, de estas chaquetas gordas con hombreras que te dan aire de señor respetable. Si quiero llevarla abrochada tengo que renunciar a respirar. Me parece que prescindiré de ella. Saco la gabardina del armario, que hace rasca y, ¡oh sorpresa!, también voy a tener que llevarla abierta. Me pregunto seriamente a qué se debe todo esto. Quizá la coña que hice al comienzo de este blog de adelgazar cuarenta kilos debería tomármelo en serio, después de todo.

En fin, vamos allá. Viaje en tobús y metro sin incidentes. Con excepción de una muchachota alta como una torre con unos ojasos enolmes y que por alguna razón no puedo dejar de mirar. Halaquécochitamasmonaaaa... estoy hecho un viejo verde.

Llego a Trolis S.A. con un cuarto de hora de adelanto. No está mal del todo. Una secretaria me hace pasar a una salita de reuniones a que llegue el entrevistador. Se toma su tiempo.

El entrevistador llega, me invita a sentarme y empieza a hablarme de la empresa. No puedo evitar fijarme en que tiene unas pestañas monstruosas, y me viene a la mente la Venus Atrapamoscas (Dionaea Muscipula). ¡Es horrendo! Me pregunto si será un mostruo mutante o es que usa algún alargador de pestañas de Loreal, como la Jovovich. Porque él lo vale.

Terminada la entrevista me dice que le pasará mis datos a los de selección y que ya decidirán si me cogen o no. Ya me llamarán, vamos, pero ojo, lo de no contratarme ya mismo no es cosa suya, sino de otra gente malvada. Resisto el impulso de arrancarle las pestañas con alicates y me largo.

Me voy al centro a ver si encuentro algo interesante y me autorregalo algo por reyes. Soy ateo y odio las navidades, pero los regalitos no. Los regalitos molan.

Encuentro en una librería solo tres libros de Pratchett. Casualmente son exactamente los tres que me faltan y los pillo, que no los encuentro por ningún lao. Tras conocer el importe de la transacción intento convencerme a mí mismo de que un día es un día. Fracaso.

Paso al lado de un McGrasa y decido tomarme un sandi de pocholate a la salud de una amigüita que es adicta a ellos. Por desgracia cuando quedamos no suele haber McGrasas cerca y sufre.

Recuerdo que llevo toda la mañana planteándome tomarme en serio lo de adelgazar y me descubro tomando un heladito de unas 2.000 calorías por centímetro cúbico. ¿Me lo tomo como una debilidad pasajera o me rindo definitivamente a la evidencia y acepto mi destino?

Acepto mi destino. Me zampo un menú del churripans y compañía. Que sufra otro.

Despues de todo el día andando me siento morir. Yo antes aguantaba mas. Decido volverme pa casita. Me siento viejo, cansado y débil. Y gordo.

Ya me he deprimido bastante por hoy. Se acabó el usar esto como diario, maldita sea. Al menos mientras mi vida siga siendo un asco.

2 comentarios:

Sota dijo...

Camina, camina, camina, camina...

Y coge una buena gripe intestinal que te tenga un mes sin poder levantarte de la taza del váter. La última vez que lo hice yo, me adelgacé diez quilos de golpe...

Chache dijo...

Vaya, llevo años sin coger ni un resfriado normal, como para coger una gripe de esas. Aunque no termina de convencerme el sistema...